“No matar, mandamiento, ley, principio fundamental que hace a la vida tener un precio o un desprecio”. Es la voz de Luis Alfaro, periodista y abogado, que cuestiona los hechos acontecidos en Panguipulli.

Nuestra sociedad mundial ya no se asombra con la muerte provocada por sus habitantes, las guerras, las guerrillas, las mafias, las enfermedades, el hambre, el estado, son en un porcentaje mayoritario los agentes de aquello.
La misma sociedad terrenal intenta por todos los medios que dispone para detener el flagelo, se acomodan leyes, los preceptos constitucionales endurecen sus normas pero el resultado es el mismo, la muerte no se detiene.
Si todos estamos de acuerdo en que “no matar” es un principio fundamental, es la esencia y parte de su antecedente, la vida, ¿por qué aceptamos o miramos a otro lado cuando ocurre?
Responder a esa interrogante nos debe hacer pensar que para algunos, la muerte es solución, termina un problema, silencia un pensamiento contrario, aplaca una rebelión, cuida determinados intereses, entre otras cosas; es decir, dependerá del precio que tenga la vida para ellos o simplemente el desprecio que esa vida tenga, ya sea por su estado de pobreza, marginalidad, raza, situación geográfica u otro, da lo mismo, no merecen vivir.
La muerte del “malabarista” sureño provocada por el cañón de una pistola oficial y del Estado, ha dado lugar a lo que se ha señalado, para algunos este vagabundo- en un control de identidad- provocó a un carabinero;  este en “ defensa propia” descargó seis balazos; le arrebata la vida.
El sargento- grado institucional del policía- huye del lugar, el malabarista moribundo, es dejado a su suerte en la vía pública… la misma que le ayudó a vivir hoy lo ve morir.
Para aquellos -los que sostienen la defensa propia- esta vida no interesa, esta vida es un desprecio.
Distinto a la del policía ejecutor, esa si tiene precio, los “afilados” machetes del malabarista la amenazaron y este responde con seis mortales balazos.
 La Corte de Apelaciones de Valdivia revoca la tesis de homicidio del Juzgado de Garantía, lo deja en libertad y acoge la teoría de la “defensa propia”…
La igualdad de derechos, la igualdad ante la ley, no existe, la desigualdad es una constante.
Nuestro deber de seres humanos comprometidos con la igualdad de derechos y oportunidades, es convertir estos principios utópicos en realidades, la oportunidad es ahora.
Parte de la hoja en blanco debe ser llenada en esa vista-  igualdad de derechos y oportunidades-; proteger fielmente la vida sin distinción ni valor de sus siniestros depredadores.
Es una tarea complicada y estará llena de obstáculos, aquellos que juegan con la vida y la muerte harán siempre lo posible e imposible por dejar la balanza inclinada de su lado.
 Son en realidad los dueños de esos destinos- por ahora-; en defensa de sus intereses harán lo que esté a su alcance por evitar una normativa que regule con eficacia el uso del cañón asesino de sus agentes oficiales o no, para ellos siempre la vida tendrá un precio y un desprecio, dependerá de nosotros impedirlo.