Mientras nadaba en las frías pero muy agradables aguas de la playa Punta de Lobos de Pichilemu, el profesor Hernán Ramírez repasa lo que está pasando en la política de los primeros días de marzo. Su relato confirma eso de que “llegó marzo”.

“Luchamos contra gigantes, amigo Sancho: el miedo, la ignorancia y la injusticia” Don Quijote de la Mancha
Este verano 2021 que empieza a refugiarse en un nuevo otoño, sin festival de viña, no estuvo exento de espectáculos, performances y puestas en escenas. La novedad fue de dónde provino tan variadas y recurrentes manifestaciones.
Con inusitado entusiasmo la clase política y en especial los representantes del poder ejecutivo, nos sorprendieron con un repertorio inagotable, aunque no muy originales de presentaciones y representaciones comunicacionales en distinto puntos del país, dejando un vacío de contenidos e irritación social.
Mientras nadaba en las frías pero muy agradables aguas de la playa Punta de Lobos de Pichilemu, mejor dicho (y en honor a la verdad) hacía un esfuerzo controlado para lograr una mejor posición horizontal de espalda y flotar respirando en sincronía con los movimientos de las piernas de cara al suave sol, pensé en el  espectáculo de las élites políticas, empresariales, liberales progresistas, académicas y artísticas, residentes  asiduas de Chachagua y Tunquén donde una preocupación ronda como un presagio de peligro.
En qué estarán me pregunté. Definitivamente en el agua no, respondí mientras evitaba con éxito me entrara agua a la boca; menos a las 14.00 horas de un jueves de febrero. O están en sus amplias bien cuidadas y generosas terrazas, tipo VD de los sábados de El Mercurio, de frente a la línea de horizonte del tranquilo mar que nos baña, concluyendo gratos en familia un estimulador aperitivo. O conectados al zoom con las incansables “salas de máquinas” de sus domicilios políticos, gremiales, de estudios, de inversiones, de investigación y/o sondeos de opinión pública.
Es probable que, a algunos de ellos de ellas en Chachagua o en Tunquén, entra una llamada a sus móviles desde la presidencia, desde un ministerio, del parlamento, de la SOFOFA, de la CEP, de Desarrollo y Libertad o de Horizontal.
 
Y usted no supone mal sí piensa que otras tantas van y vienen entre ambos puntos costeros del litoral de la quinta región, dibujando el triángulo dorado con amabilidad cuando no familiaridad y amistad cívica propia de heredadas supremacías.
En fin, la preocupación no es miedo dirán, pero los tiempos no están para dormirse en los laureles, menos en tiempos de pandemia, de estallido, de elecciones, con la “Macrozona” del sur en la punta de la lengua del país respirando agitadamente en nuestras nucas.
Hay que estar conectados y ubicables. No vaya a hacer que los independientes se pasen de la raya y los mapuches se tomen en serio eso de Amulepe Taiñ Weichan: “Vamos todos a luchar”.
La política nacional es un espectáculo y las oligarquías no ceden terreno dije mientras salía del agua fría en búsqueda de una toalla tibia. Nadie observaba la distancia social en la arena de la playa.  Porqué será que los que no somos de las élites no aprendemos nunca lo que ellos atávicamente practican de manera tan natural: distancia, distinción, control, ubicación, modo y decisión, incluso para acometer, permitir o ser cómplices de las peores injusticias sociales y económicas a la población.
Conduciendo de vuelta a Ñuñoa junto a mi hijo menor, Juan Pablo (23), en Filosofía de la Universidad de Chile, hablábamos de que en política hay que tener confianza en la paciencia porque el camino corto no siempre es el más rápido. Él decía, un poco aburrido, que la política no es una actividad justa, ni concurren a ella los mejores. El poder es un animal que no huele bien, pero permite los negocios, las injusticias y las riquezas más increíbles de la historia humana.
Yo le hablaba de Izkia, y le comentaba que había escuchado algo interesante acerca de ella. De su liderazgo y de su indiscutida valoración en la población, de boca del abogado ex DC Pirincho Navarrete, que “era de todo su gusto político” por tres características indiscutidas y necesarias de un político para ser presidente del país en la actual situación de polarización y en el marco de una nueva constitución en marcha blanca: convicción, vocación, y tono.
Además de una manera de decir que convoca no daña y que todo el mundo entiende. Conoce y admite sus limitaciones, cuestión no habitual en los actuales políticos de los partidos tradicionales, agregué.
No le creas a los abogados medió cortando mi inspirado relato. Y luego de un largo silencio de cuatro o cinco kilómetros más o menos, agregó, los políticos de ahora quieren ser a toda costa protagonistas de sus vidas y casi todos siguen la línea ideológica norteamericana: democracia y mercado. Piensa en el Quijote cuando dice, luchamos contra gigantes amigo Sancho, el miedo, la ignorancia y la injusticia.
 Y si no te queda claro recuerda el discurso de Salvador Allende en la ONU el año 1972. Sí lo recuerdo, respondí. Bueno recuerda también que le ocurrió un año después.
Ñuñoa 3 de marzo año 21