Mural pintado por el Colectivo Artistas jóvenes en el GAM. Octubre 2019.
 
Los debates ideológicos y políticos que durante los últimos 200 años han definido nuestra visión de la historia, de los diversos aportes culturales de diferentes civilizaciones y doctrinas y de la particular conciencia o identidad nacional que de allí se derivan, las múltiples y variadas influencias del espectro ideológico secular y las resultantes de la continua reinterpretación son las contribuciones a un mejor conocimiento del pensamiento social, que es plural y diverso. A continuación, Hoja en Blanco expone los principios en los cuales se funda su concepción al respecto.  
Las Artes, la Cultura y especialmente la Creatividad, son las claves para que se cumpla ese mandato de la Humanidad. Ellas están indisolublemente unidas con el desarrollo de los pueblos. No se conciben el uno sin el otro. Se hace necesaria la creatividad para cumplir el Primer Derecho Humano de que todos nazcan libres e iguales en dignidad y derechos. Todo ser humano tiene derecho a expresarse y a crear libremente. Que nadie pretenda que la creatividad –y por tanto la Cultura- esté destinada solo a los “genios artísticos” o trabajadores de las Artes, sino al conjunto de quienes componen la sociedad.
 
La creatividad debe ser un derecho constitucional. El Estado debe proporcionar una estructura con financiamiento propio, que potencie la capacidad creativa de cada uno de los habitantes de este país, en los lugares donde viven, estudian o trabajan. La capacidad creativa de las personas debe ser estimulada desde los diversos actores y sectores de la sociedad.
 
La cultura, bien común y bien vital, debe estar asentada en un Estado Cultural en el cuerpo social para cruzar transversalmente todas sus esferas y la participación en las mismas, de modo tal que todo ministerio y organismo contemple la cultura en su conformación y necesidades. Así, dejará de ser “un adorno”, en el consuetudinario sesgo despectivo de su dignidad humanista original.
 
Las Artes y la Cultura deben ser consideradas partes del Estado pluricultural y plurinacional, de bienestar. Deberán estar integradas al Estado, las organizaciones y empresas.  En esencia, eso significa estructurar un sistema que determine políticas para consolidar la Dignidad como elemento identitario de todo el país.
 
Las Artes y la Cultura deben ser un Derecho en el acceso, en la libertad artística y en la creatividad.
 
El Estado Cultural debe sostenerse en un presupuesto al menos de un 2% del PIB, como sucede en todos los países que lo entienden como una estructura fundacional identitaria del país. Proponemos que su administración y asignación esté ligada a las organizaciones sociales de las Artes y la Cultura, y no a un sistema concursable de carácter financiero como sucede en la actualidad.