Plaza de la Dignidad: octubre de 2019. Autor: Susana Hidalgo

Se acabó el tiempo de espera. Estamos ad portas del gran evento que marcará lo porvenir de nuestra nación. Es el final de un camino cuesta arriba para los independientes y para aquellas personas que deseamos cambiar profundamente el actual orden de cosas. Jugamos en cancha ajena y en contra de todo. Sin embargo, también sabemos que ha sido la belleza y el empuje del Estallido de octubre de 2019 el que nos permitido llegar a este punto. ¿Todo puede salir mal? Sin duda. Sin embargo, suceda lo que suceda, seguiremos unidos al cantar de Víctor: “La estrella de la esperanza continuará siendo nuestra”
Se acabó el tiempo, todo se consumará. Todo puede salir mal, tal vez, solo tal vez, no salga tan mal.

No sabemos. Nadie sabe. Aunque aventuren pronósticos, solo hay incerteza.

¿Porque hay tanto riesgo de que salga mal?

Por la trampa, el gran engaño institucional.

Majaderamente escuchamos decir que la Convención Constitucional que elegirá el pueblo chileno, es lo que abrumadoramente aprobamos en el plebiscito del 25 de octubre de 2020.

Se felicitan, quienes pregonan esa falacia. Sonríen ante la posibilidad de que finalmente su institucionalidad logre sobrevivir al estallido, a la tormenta, a la rebelión, al plebiscito reciente.

Las fuerzas políticas que urdieron el plebiscito no pensaron en resolver las causas de la indignación. Pensaban en salvar el pellejo y sus prebendas. Hasta ahora les va bien.

Sabemos que mienten. No somos imbéciles.

En sus palacios diseñaron, el itinerario, los eufemismos, las prohibiciones, los amarres, el quorum con el que hacen gárgaras. Les pareció que todo estaba bien. También su joyita, la apetecida Convención mixta constitucional, y les pareció que estaba muy bien.

¿Qué pasó con vuestra Convención mixta constitucional? ¿Dónde la tienen guardada como si no hubiese pasado nada? Que incómodo engendro, que vergonzosa evidencia.

Coherente con el resto del diseño, esa mixtura expresaba con claridad la necesidad de mantener el control, el timón. No fuera que el roterío cambie algo fundamental de la institucionalidad.

Solo a ustedes les gustaba. ¡A nosotros no! Al setenta y nueve por ciento ¡No!

¿Y todo aquello que no nos preguntaron? ¡Tampoco nos gusta!

No nos gusta su mañosa ley electoral, esa que les favorece a ustedes. Si, a ustedes que hacen las reglas, tienen el control y nos meten presos porque tiramos piedras.

Cuando el resultado da el triunfo a quienes perdieron por paliza, ¡Todo puede salir mal!

Esa es la apuesta. Esa es ¡vuestra apuesta! Ganar contra todo, aunque sean menos. Ganar, contra toda la evidencia, ir por más. A pesar del abuso, a pesar del dolo, a pesar de la corrupción, a pesar de la sangre. La gente pobre, la gente joven, no va a votar. Así es fácil apostar.

Uno más uno suma dos, aunque ustedes nos digan que suma uno. No nos engañan. No dormimos. Están notificados, advertidos.

Tal vez, en algún lugar primordial aletee una mariposa, entonces tal vez, solo tal vez, no salga tan mal.