Bandera mapuche (Fuente: radiojgm.uchile.cl)

Dado el alto interés que la Corporación Hoja en Blanco tiene en relación a los pueblos originarios y su relación con el actual proceso constituyente, le ha solicitado el presente aporte al destacado académico José A. Mariman el cual versa sobre plurinacionalidad, representación indígena y a un eventual estatuto de autonomía. Dada su extensión, será publicado en tres días consecutivos siendo la de hoy la segunda de ellas. Hoja en Blanco agradece esta colaboración en el convencimiento que servirá para orientar estas trascendentales discusiones.

Publicado en: Valenzuela, E., Simon, J., Mariman, J., Montero, V., y Catalán, G. (2021, enero). Propuestas constitucionales desde el sur. Federalismo, sustentabilidad, plurinacionalidad, paridad y desarrollo rural. Concepción, Chile: Ediciones Ariadna – CREASUR, Universidad de Concepción.

Representación indígena multinivel

Despejado lo anterior (1), se puede abordar otro de los temas enunciado en el título, que alude a representación nacional multinivel, pero que yo interpreto como arreglos políticos en zonas de alta confrontación etnonacional. Verán, a diferencia de lo que comúnmente se cree o se puede creer si no se cuenta con información apropiada, los conflictos armados entre Estados posterior a la II Guerra Mundial son contados. Es más frecuente la figura de enfrentamientos que llegan al nivel del uso de las armas al interior de los Estados, que entre ellos. Y no estoy hablando de guerras civiles o revoluciones en que se enfrentan ciudadanos con ciudadanos (lo que es poco frecuente también), sino de conflictos armados entre grupos nacionales (grupos etnonacionales), que acusando desventajas en el trato de todo tipo: prohibiciones religiosas, explotación económica, racismo, etc. se levantan contra “otros” calificados de opresores.

Una de las formas en que se ha abordado la contención de este último tipo de conflictos que menciono, bajo la esperanza de que no escalen al punto de volverse desastres humanitarios y genocidios, es la concesión de espacios de autonomía dentro de los Estados. Esto es, acomodar espacios propios para grupos humanos que se definen como naciones, que sienten amenazado su futuro y sobrevivencia con la presencia del Estado, que en forma parcial (de común bajo la influencia de ideologías supremacistas-racistas), favorece a su creación: la nación estatal o los chilenos en este caso. Si algo caracteriza a los Estados modernos es su reclamo-apropiación de lo que anteriormente ha sido propio a otros grupos humanos diferentes. Pensemos en el Chile prehispánico donde desde Copiapó a Chaitén se hablaba mapuzugun, y por tanto podemos hablar de un territorio antiguo de los mapuche, anterior al Estado. Ese territorio fue sufriendo disecciones en la medida que los colonizadores instalaron sus colonias, pero al formarse el Estado que hoy conocemos todavía existía control mapuche desde el Biobío hasta Chaitén (al menos). El Estado se apropió ante sí y para sí de todo ese territorio, lo repartió en tajadas generosas a sus ciudadanos o a colonos traídos desde el extranjero, y reservó migajas a los otrora dueños -la nación mapuche- creando la situación presente de pobreza y dominación.

¿Había otras opciones? Claro que sí. La historia no está determinada en una dirección de la cual no se puede escapar. Pensemos, por ejemplo, que hubiera ocurrido si el Estado hubiera repartido en partes iguales la tierra en la zona conquistada (dejando de lado la inmoralidad del hecho), tanto a mapuche como colonos y hubiera dejado que el tiempo decantara quien acumula y quien se deshace del bien. Quizá hoy tendríamos terratenientes exitosos tanto mapuche como colonos y su contraparte de ambas nacionalidades, y no el cuadro de hoy con terratenientes de la nación dominante y desposeídos de la nación expoliada. O que el Estado -las élites en él- hubiera respetado la sociedad política allí existente, creando un federalismo en que la Araucanía participara con su propio autogobierno, nivel subnacional. Pero claro, todo esto no es más que ficción política. Lo cierto es que la salida que se escogió estuvo en gran medida influenciada por la ideología supremacista y racista blanco europeas, que consideraba a los “indios”, como bestias salvajes (forma preferida de caracterizarlos por El Mercurio) o subhumanos. La deshumanización del “otro” no ha cambiado mucho en Chile, si nos acordamos de que hasta hace muy poco, en dictadura, se trataba a los antagonistas políticos como humanoides (de hecho, en las protestas recientes han circulado panfletos tipificando a los manifestantes como simios).

¿Hay alguna forma-fórmula de construcción de un país para todos? Claro que sí. Y no viene precisamente del grupo nacional creado desde el Estado: la nación estatal, los chilenos. Los chilenos discuten un país mejor, por ejemplo, prescindiendo de tocar el tema de las nacionalidades. Así se pueden dividir entre quienes fomentan un modelo de Estado unitario (que es más de los mismo que se ha vivido por 200 años con algunas modificaciones) o federal, sin que unitarismo ni federalismo consideren la viable etnicidad. Chile es un caso de país unitario en que no existe posibilidad de gobiernos locales más allá de municipios con altas limitaciones en términos de atribuciones de gobierno (ahora luego se tendrá gobernadores elegidos presentando eso como un gran progreso). Algunos plantean avanzar a algún grado de autonomía dentro del unitarismo, pero pensando en mejorar los negocios de los ya empoderados miembros de la nación estatal. Y los que plantean federalismo lo hacen tomando como base la regionalización existente, para dotar las regiones de poderes que hoy no tienen. Quizá hasta autonomías (no está muy claro). Mientras desde la nación mapuche se han alzado voces desde el fin de la dictadura para decir que otro ordenamiento del país es posible. El de regiones con autonomía plurinacional o el de autonomías indígenas en formatos territoriales más pequeños (por razones de espacio no me podré explayar sobre estas últimas).

He aquí entonces donde podemos hablar de representación indígena multinivel. Porque si, la Araucanía, por ejemplo, como lo propuso la Comisión Descentración el 2014, se volviera una región plurinacional con autonomía-autogobierno, y adoptara una forma estatal subnacional de organización política que comprendiera un ejecutivo local, una asamblea propia y un estatuto de autonomía; podríamos pensar en asegurar dentro de esa asamblea o parlamento local, escaños reservados para representantes mapuche. E impedir de esa manera que todos los escaños allí sean acaparados por los partidos estatonacionales o por el grupo nacional mayor. No nos olvidemos que en la Araucanía el 70% más/menos de la población actual son descendientes de colonos o la nación estatal y dominante: chilenos. Entonces garantizar escaños a los mapuche en proporción a su peso sociológico en la región no es nimio. Y si echamos a andar la imaginación y nos acordamos de que en los federalismos la segunda cámara, fue establecida para representar territorios, debería haber en esa cámara representación indígena, elegida directamente por los ciudadanos mapuche o elegida por los representantes en la asamblea regional.

Es en un contexto de este tipo en donde podemos comenzar a hablar de representación multinivel en distintos niveles del Estado. Porque las cosas no tienen que ser como acostumbran a presentárnoslas. Las posibilidades de innovación es lo que caracteriza la experiencia humana, Así, frente a discusiones de si el país necesita dos cámaras o una sola por las razones que sea, se puede proponer también la existencia de tres. Esto es, una cámara para representar la población de común denominada diputación. Una cámara para representar territorios y no como ahora lo mismo que la otra (lo curiosos de esto es que la regionalización original de Pinochet y que con modificaciones es la presente, consideraba la segunda cámara como representación de regiones). Y una tercera cámara para representar naciones y los temas que les incumben. ¿Por qué no? A los federalistas les digo, saquen los ojos del federalismo estadounidense o argentino (en este último caso para nombrar algo más cercano), y desvíenlo para ver las formas ingeniosas en que Bélgica y otros Estados comienzan a resolver sus problemáticas nacionales, en federalismo inclusivos de la variable etnonacional

NR: el autor se refiere a la primera parte de este artículo publicado el día de ayer