Fuente: www.infobae.com

Agradecemos a Víctor de la Fuente, director de la edición chilena de Le Monde diplomatique y de la editorial Aún creemos en los sueños, por autorizarnos a publicar en las páginas del diario un relevante artículo de Elisa Loncon (edición de mayo de Le Monde diplomatique) en torno a lo que ha sido el proceso de elaboración de la nueva Constitución, mayo 2022.

Ya son diez meses desde que la Convención Constitucional entró en funcionamiento, con el fin de redactar una nueva carta magna; pero el proceso constituyente, aquel que emana del mismo pueblo y que busca los cambios, lleva ya varios años. No podríamos estar hablando de Convención Constitucional sin pasar por los movimientos sociales y el estallido del 2019. No podríamos hablar de paridad efectiva sin las luchas del movimiento feminista instalado hace ya décadas; no podríamos hablar de escaños reservados sin la incansable resistencia de todos los pueblos y naciones indígenas por siglos.

Las normas que hoy se están aprobando no estarían presentes sin todas esas demandas que emergieron desde el seno mismo de la ciudadanía, desde lo más profundo de los pueblos. Si hoy se plantea un Estado solidario, es porque por años se señaló al Estado subsidiario y al neoliberalismo como origen de la desigualdad y las injusticias que hoy nos siguen afectando.

Hoy es posible vislumbrar un nuevo amanecer porque ya tenemos normas que nos permiten comenzar a pensar e imaginar el nuevo Chile en que todas y todos estemos presentes. Un país construido desde los derechos de los pueblos, de la ternura de su gente, pero también desde la razón, desde la crítica sincera y meditada. No por nada es que se han logrado grandes acuerdos en el pleno de la convención, muchas veces superando los dos tercios.

Pero me quiero enfocar en lo que se ha logrado en estos diez meses de Convención Constitucional. El 4 de julio de 2021 llegaron al Ex Congreso los 155 convencionales provenientes de todas las regiones de Chile, de todas las identidades, de todos los pueblos con el único mandato de escribir la nueva constitución. También entraron por las puertas del edificio las distintas naciones indígenas representadas por los escaños reservados; el país por primera vez veía representado con toda su diversidad y hablar desde un espacio que antes solía ser exclusivo de las élites.

Nos encontramos el vicepresidente, la mesa directiva y yo ante una situación tan simbólica como desafiante. No había precedente o modelo preestablecido de cómo debía ser la institucionalidad que albergara este proceso. Sin embargo, fue posible crear un órgano autónomo, paritario, respaldado por las instituciones públicas como las universidades, municipios, personal de la cámara de diputados, y por la ciudadanía, entre otros. De la nada, considerando incluso las negligencias del anterior gobierno en cuanto a su falta de colaboración, se logró levantar una institución que funciona, con normas propias y como un espacio para debate democrático, lo que habla bien del país y de su gente, en todo el mundo.

Pero tampoco habría sido posible construir esto sin todas y todos los convencionales que han organizados los contenidos del debate social en normas constitucionales. Como se sabe, el órgano fue conformado por partidos políticos, colectivos independientes y pueblos indígenas, no existiendo ninguna fuerza mayoritaria ni poder de veto de ningún colectivo. Fue esta conformación, pocas veces vista en la historia de Chile, la que impulso a los convencionales a dialogar para construir acuerdos. El reglamento fue uno de esos instrumentos construidos con el dialogo sincero. Luego se abrió un proceso de audiencias públicas donde participo la ciudadanía, se convocó a instalar las iniciativas populares de normas, donde la ciudadanía o una persona natural podían proponer normas constitucionales. De a poco la futura constitución se fue llenando de legitimidad política y social, de contenidos, pensamientos del Chile imaginado en tantas luchas.

Por reglamento se establecieron siete comisiones temáticas redactoras de la carta magna; estas definieron sus periodos de audiencias públicas; posteriormente, con todos los insumos reunidos, se inició la elaboración de normas constitucionales, desde el mes de enero 2022 en adelante, aunque los temas sustantivos para la nueva constitución se fijaron desde el primer momento en la discusión del reglamento, entre ellos: los derechos humanos, la paridad, la plurinacionalidad, los derechos de las regiones, de la naturaleza, todos tienen espacio en ese primer documento. Hasta la fecha, se han hecho cientos de presentaciones de normas con sus  comentarios e indicaciones miles de veces. Cada norma que nacía debía crecer y una vez madura llega al pleno; allí quedan para el borrador de la nueva constitución las que logran los acuerdos de dos tercios, por su representatividad, transversalidad o por vínculo directo con la demanda de la gente; otras veces han vuelto a las comisiones donde han cambiando parte de su contenido de base o forma para ser votadas nuevamente en el pleno, las que sobreviven pasan al borrador de la nueva constitución y otras de quedan en el proceso; cada norma tiene por lo menos cuatro posibilidades de llegar al pleno por reglamento, dos en la votación del informe general y dos en la votación en particular.

El 4 de enero 2022 hubo rotación de la presidencia, renovándose los cargos de Presidenta, Vicepresidente y toda la mesa directiva ampliada, respondiendo, así, al acuerdo adquirido al momento de la elección de la primera presidencia. Este cambio fue necesario puesto que, si la convención ya se había definido como paritaria y plurinacional en sus propios principios, también debía representar la diversidad y el recambio democrático que debe primar en toda institución pública, sobretodo en un órgano constituyente. Entregamos nuestros cargos con la certeza de que la nueva mesa conduciría este proceso en la recta final.

Al momento, la convención ha aprobado más de 270 artículos, que corresponden a un poco más de mitad de las normas que formaran parte del nuevo pacto social. Entre las grandes definiciones ya alcanzadas figuran entre los principios constitucionales, “Chile es un Estado social y democrático de derecho, plurinacional, intercultural y ecológico”. También se ha logrado en Forma de Estado que,  éste será regional con una democracia ampliada, representativa, participativa, comunitaria. No sólo se ha hecho ecos a las demandas sociales que por años se han escuchado en las calles y campos, sino también de la urgente necesidad de dotar de voz a las regiones antes el fuerte centralismo. Que Chile sea un Estado Social de Derecho transforma, reconoce que en la sociedad existen derechos tanto individuales como colectivos, los cuales deben ser garantizados por el Estado y asumidos y concretados por parte de la sociedad para toda la sociedad. Este modelo viene a terminar con el Estado subsidiario, heredado por Pinochet en la Constitución del 80,  porque si el mercado es el único encargado de garantizar los derechos, pues sucede lo que ya vivimos, una abismante desigualdad que favorece a los que mas tienen en desmedro de los más pobres, pero también despojando de sus derechos a la inmensa mayoría.

Además, se han aprobado normas para garantizar los derechos a la vivienda digna, a la salud, derechos de paridad, de la diversidad en orientación sexual,  otras referidas a las cuidadoras, derechos de la naturaleza, de protección a la bandera, himno y escudo nacional, derechos a los animales, estos y muchos más pueden ser vistos y estudiados en la página de chileconvención.cl
Estas normas, junto con abrir caminos de esperanzas a los pueblos, genera un nuevo pacto social, respetuoso de la diversidad y que acerca las diferencia en un diálogo intercultural,  a las mujeres, los jóvenes, diversidades y sociedad civil. También despierta temores por distintas razones; es indudable que se este frente a un cambio profundo en la naturaleza del Estado; porque se instala un nuevo paradigma de sociedad: el estado social de derechos, la plurinacionalidad, los derechos de la naturaleza, la paridad, muchos desconocidos en la práctica social de la gente, aunque todos son comprensible y abordable en el tiempo.

Por otro lado, se instala un gran temor en los sectores que no quieren el cambio, en aquellos sectores que han sido beneficiados con la constitución de la dictadura, como el empresariado, los políticos conservadores de derecha y incluyendo alguna “izquierdas” que aprendieron a vivir del sistema,  porque sienten que perderán sus privilegios. Nos encontramos entonces con dificultades, desatando ellos la campaña del rechazo por las redes sociales, desacreditan el proceso mediante el uso de información falsa, fake news han comenzado a horadar nuestro trabajo. Se tergiversan nuestras normas, caricaturizando los cambios con el propósito de afectar la sensibilidad de la población.

La derecha, con su pensamiento racista y colonial, ha instalado un discurso políticamente manipulado como su campaña del rechazo, se refieren a la “la constitución indigenista”. El concepto “indigenista” es mal empleado para denunciar que se privilegia a los pueblos indígenas, nada más lejos de la realidad si considerando que sólo el 5%, aproximado de todas las normas aprobadas corresponden a temáticas indígenas. Por lo demás, el concepto indigenista nacido en México en 1948 no garantiza derechos a los pueblos, sino la asimilación cultural, la integración “del indio” al progreso y al desarrollo; se alimenta de la renuncia a lo propio para incorporarlos a la cultura mayoritaria. Hoy, el discurso del rechazo sigue la misma dirección del indigenismo de antaño, sólo que más tramposo y manipulador, usando mentiras a objeto de confundir a la gente. Así el Estado plurinacional en lenguaje mentiroso de la derecha es presentado como división del país.

Plurinacionalidad no es secesión, es el reconocimiento de la coexistencia de muchos pueblos que conviven dentro de Chile. Es un principio, un mandato que expresa que el Estado plurinacional deberá ser conducido por todos los pueblos incluyendo la participación de las naciones prexistentes o pueblos indígenas, para terminar con una elite en el poder y tengamos un sistema de gobierno más colectivo. Los pueblos indígenas como todos los pueblos tienen derecho a la autonomía y libre determinación y esto forma parte de los derechos fundamentales de los pueblos que la constitución debe respetar, la libre determinación fortalecerá su organización interna de los pueblos hoy atomizados por los partidos políticos e intereses externos. Para que la plurinacionalidad sea efectiva esta debe llenarse de contenidos, entre ellos se encuentran  los derechos colectivos como son la tierra, el territorio, los derechos lingüísticos, entre otros.

Los derechos de pueblos indígenas que ya integran el borrador son más declarativos y algunos culturales, aun faltan los más sustantivos, los referidos a la tierra, territorio, los derechos lingüísticos, la autonomía territorial, la norma de derechos internacional contenido en la declaración de las Naciones Unidas sobre derechos de pueblos indígenas; todos han sido devueltos a las comisiones porque no cuentan con el apoyo de todos partidos de tradición progresista. Hay que señalar que la política partidaria de las izquierdas tiene base colonial y patriarcal, pensamiento que no les permite la claridad suficiente para votar a favor de los derechos de los pueblos; por eso, los partidos también están desafiados a dar el salto en cuanto a sus paradigmas referidos a la lucha social, porque la sociedad y los tiempos han cambiado, e incorporar el pluralismo epistémico en sus discusiones y decisiones, sobretodo para no cometer el mismo error de la vieja concertación en materias indígenas durante los últimos 30 años. Que los derechos humanos individuales y colectivos formen parte de la nueva constitución ¿Acaso no es esto algo necesario?

Hasta ahora no he visto que los medios hablen de esta necesidad, menos aun de los derechos fundamentales, ello no forma parte de la campaña del rechazo. Omiten, por supuesto, todo lo sustantivo, los derechos que harán que la sociedad crezca y avance en el marco del buen vivir. Los cambios convocados son profundos, pero necesitan de tiempo, calma, y de buena información, no de la chatarra, para asentarse en la sociedad, y de todos los consensos posible para que se instalen. El bienestar de todos es el bienestar de cada persona, porque al unirnos nos reconocemos en el todo y nos fortalecemos.

Sabemos que la constitución del 80 no es lo único que debe cambiar en la sociedad para hacer las transformaciones estructurales de un Estado patriarcal y colonial, pero es el candado de una enorme reja que nos impide alcanzar la justicia social, abrir la reja, instalar la nueva constitución con paridad, plurinacional, regional es el primer paso que invito demos con convicción. La nueva constitución trae cambios sociales, políticos culturales para un mejor país, para una mejor sociedad. Demos este paso, alcancemos todos nuestros derechos, toda nuestra justicia, toda nuestra igualdad. Soñemos lo imposible y hagámoslo realidad.