Diego Muñoz Valenzuela, escritor

En los lejanos meses previos al fraudulento plebiscito que dio por aprobada la constitución del 80, los estudiantes y trabajadores, hombres y mujeres, nos movilizamos activamente para denunciar el perverso plan de la dictadura. Desde mítines relámpagos, marchas, manifestaciones que, por supuesto, tuvieron su costo en maltratos, detenciones, torturas, amenazas. Ninguno de nosotros salió indemne de esta lucha desigual contra un régimen de terror que controlaba todo por la fuerza, sin libertad de expresión y sin registros electorales. Fue una superchería destinada a instalar en el país un régimen que favoreciera la instalación del sistema neoliberal.

Así fue y hoy estamos ante los resultados: desigualdad extrema, abusos laborales, apropiación indebida de empresas y recursos del estado, deterioro sistemático del rol del Estado. Podría seguir con esta lista varios párrafos. Para mí, para decidir el voto en este plebiscito, es decisión tomada hace tiempo en cuanto hombre de izquierda, consecuente toda una vida. Recuerdo aquellas jornadas en las que participé, con el orgullo de haber hecho lo que correspondía, aunque la dictadura -lo sabíamos- manipularía los resultados para aprobar su propuesta.

Ahora debemos tomar una decisión muy importante para nuestro futuro en condiciones de plena democracia. Tenemos una propuesta de constitución que nos permitirá iniciar el tránsito hacia una nueva sociedad con el imperio de un estado de derechos. No será simple ni rápido ese tránsito. Será necesario que la ciudadanía participe apoyando activamente el proceso, como protagonista, con ideas, proyectos, acciones. Y también con la flexibilidad y la tolerancia siempre necesarias en toda construcción humana.

En consecuencia, Apruebo, con esperanza y humildad. Es el camino para Chile.