Manuel Castells: Ruptura. La crisis de la democracia liberal, Alianza Editorial, Segunda edición actualizada, 2018, Madrid

“Tres son las fallas principales de la construcción europea, según se deduce del proyecto de investigación que dirigí entre 2012 y 2016 con la participación de 15 prestigiosos académicos de varios países, cuyos resultados están recogidos en un volumen publicado por Alianza Editorial y Polity Press. La primera, la falta de una identidad común europea, es decir, de un fuerte sentimiento compartido de pertenencia a una comunidad cultural e institucional. No es un tema baladí, porque sin esa identidad común todo va bien cuando ser europeo tiene ventajas y ningún inconveniente. (…) ¿Y de dónde podría provenir esa identidad común europea? (…)

La comunidad de identidad solo puede tener dos acepciones. La primera es la autodefinición por exclusión del otro, de los que no son como nosotros, o sea, la distinción xenofóbica. La segunda, más cargada de sentido es laque yo conceptualicé hace tiempo como la identidad-proyecto. Es decir, la voluntad de compartir un proyecto común, el querer ser europeos por encima de las identidades nacionales, y descubrir su significado en una práctica común, por ejemplo, el trabajo, los estudios, la política, la cultura. Pero para conseguirla aceleraron el proceso de integración sin anclarlo previamente en las mentes de los ciudadanos, dejándose detrás en el camino a la mayoría de la población, en particular a los sectores de menos reducación y los grupos de mayor edad. Todas las encuestas muestran que la voluntad europeísta se concentre entre los jóvenes y entre los profesionales de más alto nivel educativo, aunque incluso ahí es minoritaria”. (…)

De La desunión europea, p. 75-76