5 de noviembre de 1970

En: ALLENDE A 50 AÑOS DE SU ELECCIÓN. DISCURSOS FUNDAMENTALES
Biblioteca del Congreso Nacional de Chile/BCN, 2020

“Aquí estamos hoy, compañeros, para conmemorar el comienzo de nuestro triunfo. Pero alguien más vence hoy con nosotros. Están aquí Lautaro y Caupolicán, hermanados en la distancia de Cuauhtémoc y Túpac Amaru.

Hoy, aquí con nosotros, vence O’Higgins, que nos dio la independencia política, celebrando el paso hacia la independencia económica.

Hoy, aquí con nosotros, vence Manuel Rodríguez, víctima de los que anteponen sus egoísmos de clase al progreso de la comunidad. Hoy, aquí con nosotros, vence Balmaceda, combatiente en la tarea patriótica de recuperar nuestras riquezas del capital extranjero. Hoy, aquí con nosotros, también vence Recabarren con los trabajadores organizados tras años de sacrificios. Hoy, aquí con nosotros, por fin, vencen las víctimas de la población José María Caro; aquí con nosotros vencen los muertos de El Salvador y Puerto Montt, cuya tragedia atestigua por qué y para qué hemos llegado al poder.

De los trabajadores es la victoria”. (p. 37-38)

“Ya es tiempo de decir que nosotros los pueblos subdesarrollados fracasamos en la historia. Fuimos colonias en la civilización agrario-mercantil. Somos apenas naciones neocoloniales en la civilización urbano industrial. Y en la nueva civilización que emerge, amenaza continuar nuestra dependencia.

Hemos sido los pueblos explotados. Aquellos que no existen para sí, sino para contribuir a la prosperidad ajena. ¿Y cuál es la causa de nuestro atraso? ¡Quién es responsable del subdesarrollo en que estamos sumergidos?

Tras muchas deformaciones y engaños, el pueblo ha comprendido. Sabemos bien, por experiencia propia, que las causas reales de nuestro atraso están en el sistema.

En este sistema capitalista dependiente, que en el plano interno opone los pueblos poderosos a los pobre; y los más costean la prosperidad de los menos.

Heredamos una sociedad lacerada por las desigualdades sociales. Una sociedad dividida en clases antagónicas de explotadores y explotados. (…)

Nuestra herencia es una sociedad sacrificada por el desempleo, flagelo que lanza a la cesantía forzosa y a la marginalidad a masas crecientes de la ciudadanía; masas que no son un fenómeno de sobrepoblación, como dicen algunos, sino las multitudes que testimonian, con su trágico destino, la incapacidad del régimen para asegurar a todos el derecho elemental al trabajo.

Nuestra herencia es una economía herida por la inflación, que mes tras mes va recortando el mísero salario de los trabajadores y reduciendo casi a nada -cuando llegan los últimos años de su vida- el ingreso de una existencia de privaciones. (…)

Contra todas estas formas de existencia se ha alzado el pueblo chileno. Nuestra victoria fue dada por la convicción al fin alcanzada de que solo un Gobierno auténticamente revolucionario podría enfrentar el poderío de las clases dominantes, al mismo tiempo movilizar a todos los chilenos para edificar la República del pueblo trabajador.

Esta es la gran tarea que la historia nos entrega. Para acometerla, les convoco hoy, trabajadores de Chile. Solo unidos hombro a hombro, todos los que amamos a esta patria, los que creemos en ella, podremos romper el subdesarrollo y edificar la nueva sociedad. Vivimos un momento histórico: la gran transformación de las instituciones políticas de Chile. El instante en que suben al poder, por la voluntad mayoritaria, los partidos y movimientos portavoces de los sectores sociales más postergados.

Si nos detenemos a meditar un momento y miramos hacia atrás en nuestra historia, los chilenos estamos orgullosos de haber logrado imponernos por vía política, triunfando sobre la violencia. Esta es una noble tradición. Es una conquista imperecedera. En efecto, a lo largo de nuestro permanente combate por la liberación, de la lenta y dura lucha por la igualdad y por la justicia, hemos preferido siempre resolver los conflictos sociales con los recursos de la persuasión, con la acción política. (…)

Las pocas quiebras institucionales fueron siempre determinadas por las clases dominantes. Fueron siempre los poderosos quienes desencadenaron la violencia, los que vertieron la sangre de chilenos, interrumpiendo la normal evolución del país. Así como cuando Balmaceda, consciente de sus deberes y defensor de los intereses nacionales, actuó con la dignidad y el patriotismo que la posteridad ha reconocido.

Las persecuciones contra los sindicatos, los estudiantes, los intelectuales y los partidos obreros, son la respuesta violenta de quienes defienden privilegios. Sin embargo, el combate ininterrumpido de las clases populares organizadas, ha logrado imponer progresivamente el reconocimiento de las libertades civiles y sociales, públicas e individuales.

Esta evolución particular de las instituciones en nuestro contexto estructural es lo que ha hecho posible la emergencia de este momento histórico en que el pueblo asume la dirección política del país. Las masas, en su lucha para superar el sistema capitalista que las explota, llegan a la Presidencia de la República integradas, fundidas en la Unidad Popular, y en lo que constituye la manifestación más relevante de nuestra historia: la vigencia y respeto de los valores democráticos, el reconocimiento de la voluntad mayoritaria. (p. 38-42)

En: ALLENDE A 50 AÑOS DE SU ELECCIÓN. DISCURSOS FUNDAMENTALES
Biblioteca del Congreso Nacional de Chile/BCN, 2020