Plaza de la Constitución, 21 de diciembre de 1970
El cobre para Chile (1)
“Deseo ahora referirme al tercer protagonista de este acto: el cobre. Y quiero que cada hombre y cada mujer que me escucha comprenda la importancia del acto en el cual vamos a firmar el proyecto destinado a modificar la Constitución Política, para que Chile pueda ser dueño de su riqueza fundamental, para que podamos nacionalizar el cobre, sin apellidos: para que el cobre sea de los chilenos. Deseo entregar algunas cifras, porque solo haciendo conciencia en el pueblo este adquirirá el sentido superior de su propia responsabilidad. Nacionalizar el cobre, el hierro, el salitre y las riquezas nacionales básicas, indiscutiblemente obligará a una gran unidad de los que defienden a Chile y sus fronteras económicas. Yo reclamo que estén junto a nosotros aquellos que no tienen nuestro mismo domicilio político ni nuestras mismas ideas, pero que piensan en Chile y en su destino. El paso que vamos a dar, absolutamente dentro de los cauces legales, es seguro será desfigurado a escala internacional y, también, resistido por un grupo pequeño de malos chilenos. Pero el pueblo de Chile y el Gobierno Popular que presido han aquilatado claramente la responsabilidad de la medida que es indispensable adoptar para fortalecer la economía de Chile, para romper su dependencia económica, para completar la esperanza y el anhelo de los que nos dieron la libertad política, para conquistar nuestra segunda independencia, la independencia económica de nuestra patria.
Vean ustedes algunos antecedentes: empecemos por el valor no retornado, es decir, por el que no volvió a Chile de la gran minería del cobre. Antes de 1930 carecemos de datos confiables. No existía la posibilidad de una estadística veraz. Entre 1930 y 1969 han salido de las fronteras de la patria 3.700 millones de dólares, que 70 han ido a engrosar la gran fortaleza de las empresas que, en escala internacional, controlan los yacimientos cupríferos en los cinco continentes. En 1969 no retornaron 166 millones de dólares. Quiero destacar que 3.700 millones de dólares es el 40 por ciento de la riqueza total de Chile, del esfuerzo acumulado durante 400 años por todos los chilenos. El 40 por ciento de esa riqueza ha salido desde los años 30 a 69, y este hecho no lo podemos olvidar. Chile sabe también que, en total, más o menos en esos mismos años, por los capítulos de cobre, hierro, salitre, electricidad y teléfonos, han salido del país algo así como 9.600 millones de dólares, cifra que representa el valor total de la riqueza de Chile.
Por irresponsabilidad o complicidad de las castas gobernantes, nuestro potencial de riqueza se ha diluido, mientras el hombre del pueblo se debatía entre el hambre y la incultura. Por ello haremos que el cobre sea chileno, en la etapa inicial de nacionalización de nuestras riquezas. Quiero que el pueblo sepa que las utilidades netas en Chuquicamata, Salvador y El Teniente, entre 1965 y 1970 no alcanzaron a 650 millones de dólares, es decir, un promedio de 110 millones por año. Ciento diez millones de dólares bastan, por ejemplo, para construir tres fundiciones y tres refinerías electrolíticas con capacidad de 100 mil toneladas cada una. Esos 110 millones de dólares bastarían para alimentar a 250 familias chilenas durante cerca de 15 meses, o entregar un par de zapatos por año a 2 millones y medio de chilenos.
Quiero que sepa el pueblo que las inversiones en la Gran Minería y en Andina después de 1965, según el plan de expansión, significaron la inversión o significarían la inversión de 690 millones de dólares, para incrementar la producción en 412 mil toneladas al año. De ellos ya se han invertido 140 millones, pero Chile debe 530, o sea, la expansión de las explotaciones mineras se ha hecho endeudando al país. Quiero que el pueblo sepa que El Teniente, vale decir, la Kennecott, antes de los pactos, era propietaria del 100 por ciento de las acciones del mineral aludido, y las utilidades retiradas representaban un 17,4 por ciento; las utilidades, repito. Después del pacto, habiendo entregado el 51 por ciento de las acciones, siendo propietaria del 49 por ciento y habiendo recibido el 56 por ciento de las utilidades que corresponden a la explotación, o sea, la Kennecott, ahora con el 49 por ciento, ha tenido tres veces más utilidades que cuando controlaba 100 por ciento de El Teniente. Quiero que sepan lo ocurrido en escala mundial con la Anaconda. Utilidades netas consolidadas por esta empresa: en 1969 la Anaconda obtuvo utilidades en escala mundial por 99 millones de dólares. De esas utilidades, 79 millones, vale decir, el 80 por ciento, los obtuvo en Chile; sin embargo, en Chile solo tiene invertido un 16 por ciento de las inversiones que posee en escala mundial. El 16 por ciento de sus inversiones le da el 80 por ciento de las utilidades. ¡Caramba que es buen negocio para la Anaconda invertir su dinero en Chile! Quiero que Chile no ignore que no controla la explotación, ni las ventas, ni el manejo financiero del cobre, que alcanzó a mil millones de dólares en 1969, En años anteriores esto ha significado una verdadera sangría para el país. Se imponía, por ejemplo, un precio de venta inferior al internacional.
Ahora bien, el déficit en el valor de las ventas por el menor precio que se nos pagó, esto es, por un precio inferior al precio internacional, entre 1964 y 1966, fue de 668 millones de dólares, que fueron utilidades exclusivas para las empresas. Quiero destacar que, sobre la base de la nacionalización, según las estimaciones de los técnicos y de acuerdo con los antecedentes disponibles, podemos calcular que a 45 centavos por libra y al nivel de producción actual, la nacionalización reportará para Chile 70 millones de dólares anuales suplementarios, superior a los ingresos que hoy tenemos, es decir, 70 millones más por el solo concepto de utilidades. Quiero, por último, decirles a ustedes que, según antecedentes técnicos, las reservas mundiales de cobre alcanzan a 275 millones de toneladas métricas, y que Chile tiene reservas que representan un 30 por ciento del total, o sea, más de 80 millones de toneladas. Quiero que sepan que la ley promedio en escala mundial es de una riqueza del 1,5 y la ley promedio de Chile es de 1,7 a 1,8, es decir, somos un país que tiene ilimitadas reservas y una gran riqueza. Por eso es que, en este instante, nosotros al dar este paso estamos encarando una gran posibilidad para el pueblo y para la patria, y lo vamos a hacer dentro de los cauces legales, lo vamos a hacer como un derecho del pueblo de Chile, como una obligación del Gobierno Popular que ustedes eligieron.
Lo vamos a hacer para hacer posible el progreso material de nuestra patria, para asegurar nuestra soberanía y para demostrar que la dignidad de Chile y su independencia no tienen precio, ni está sometida a ninguna presión ni a ninguna amenaza. Por lo demás, quiero que se entienda perfectamente bien, esto no es una agresión al pueblo norteamericano ni al Gobierno norteamericano, ni tampoco es una agresión porque vamos a utilizar la Ley y a indemnizar según sea lo justo a través de los organismos regulares del Estado chileno y de las propias empresas. Quiero decir públicamente, para terminar con infundios, o para impedir que la conjura internacional se desate en contra nuestra, que estamos llanos, y así ya se ha resuelto, a utilizar los mismos usuarios que han comprado nuestro cobre en Estados Unidos o en Europa; que no nos negamos a negociar con ellos como a negociar cobre con cualquier país del mundo. El que nos pague más y mejor, el que nos compre semielaborado, se llevará gran parte de la producción chilena. Quiero señalar que no queremos privar del cobre a nadie que nos haya comprado y lo necesite. Lo que quiero decir es que sí vamos a ser dueños de la riqueza esencial de Chile; vamos a controlar su producción; vamos a fijar los niveles de producción; vamos a intervenir directamente en los mercados y a defender el interés de Chile por sobre todas las cosas, porque somos los dueños de nuestro destino económico”. (p. 69-73)
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