23 de agosto de 1971

En: ALLENDE A 50 AÑOS DE SU ELECCIÓN. DISCURSOS FUNDAMENTALES
Biblioteca del Congreso Nacional de Chile/BCN, 2020

Compañeros trabajadores de la tierra que han venido desde toda Latinoamérica y desde países socialistas; compañeros dirigentes de las distintas organizaciones campesina chilenas; señor cardenal Raúl Silva Henríquez, jefe de la Iglesia chilena y buen amigo de los campesinos; compañeros dirigentes del agro, representantes de la CUT, parlamentarios del pueblo y compañeros dirigentes de los partidos populares.

He querido en el día de hoy estar, aunque sea unos pocos minutos con ustedes, antes de dejar mañana Chile para recorrer Ecuador, Colombia y Perú. (…) He querido oír el pensamiento de ustedes y, sobre todo, señalar la importancia que tiene esta reunión.

Por primera vez se realiza una conferencia latinoamericana por la reforma agraria y los derechos sindicales y sociales de los trabajadores del campo (…). Saludo pues a los representantes de las 40 organizaciones de campesinos e indígenas del continente que luchan por la reforma agraria y por sus derechos sociales. Quiero destacar que esta conferencia está patrocinada por la Confederación Nacional de Asentamientos, la Confederación Campesina Libertad, la Confederación Campesino-Indígena Ranquil, la Confederación Triunfo Campesino y la Confederación Nacional de Cooperativas, organismos que, representando diferentes tendencias del campesinado chileno, se han unido haciendo posible este evento. De la misma manera que los representantes que están aquí de distintos países latinoamericanos están afiliados en sus patrias a diferentes organizaciones. (…)

Siendo el hecho fundamental plantear las fases de la lucha por la reforma agraria, lógico es también considerar, y ustedes lo saben perfectamente bien, que la reforma agraria forma parte del proceso del desarrollo económico de un país. Que reforma agraria no es solo, y es muy importante, el cambio de propiedad de la tierra, sino que, además, es hacer posible que el trabajador de ella, el campesino, el mediero, el afuerino, cambien su vida y su existencia, eleven su nivel y su capacitación. Reforma agraria es tierra, más crédito, semillas, abono, planificación, mecanización, sindicación de la tierra. Es educación y es salud. Reforma agraria es hacer cierta la frase más que centenaria de Tupac Amaru, cuando decía, y lo hizo presente el presidente de Perú al dictar la Ley de Reforma Agraria, “el patrón no comerá más de tu sudor, compañero campesino”.

Quiero decir que sobre el continente latinoamericano su preocupación fundamental debe ser, además del campesino, el indígena, el hombre aborigen, el primitivo de estas tierras. Quiero señalarlo para que se entienda que el gobierno que presido tiene como preocupación fundamental, precisamente, que en nuestra patria hay 600.000 descendientes de araucanos en las reducciones indígenas, en las provincias de Cautín, Malleco y Biobío; que las condiciones de existencia de los descendientes de la raza aborigen son subhumanas y por eso este Gobierno ha enviado al Congreso Nacional un proyecto destinado a crear el Instituto de Desarrollo Indígena, para al mismo tiempo que apoyar el perfeccionamiento, la recuperación de las tierras usurpadas, sepa de una vez por todas que el araucano será un ciudadano igual, no aceptando la ley discriminatoria que lo colocaba al margen de las leyes que rigen para el resto de los chilenos. (…)

Pero quiero, con un sentido de responsabilidad, decirles a los compañeros campesinos que si hay un problema serio, grave y profundo en los procesos revolucionarios, es precisamente el de la reforma agraria y de la tierra. (…) Lenin cambió el sentido de la economía, echo a caminar lo que se ha llamado la NEP, nueva política económica. Esa nueva política económica tuvo fundamentalmente como preocupación, cambiar la táctica que se había seguido en la aplicación de la reforma agraria y el reconocimiento a los pequeños y medianos agricultores. Lo señalo, porque en muchas partes, y también en nuestro país, mucha gente vive un tanto afiebrada, y no comprende que la reforma agraria presenta profundas dificultades; por lo tanto, nuestra obligación es elevar, esencialmente, el nivel de capacidad de los campesinos, porque entre nosotros necesitamos que la tierra chilena produzca los alimentos que el hombre nuestro debe consumir”.